martes, 17 de abril de 2012

¡OH! Y AHORA, ¿QUIÉN PODRÁ AYUDARME?

Y que no sea el Chapulín Colorado porque más astucia tengo yo y si me da una mano, seguro me terminaría de enredar la vida. Aunque si me pega un porrazo en la cabeza con el chipote chillón me podría reacomodar un par de ideas y ajustar uno que otro tornillo.

No sé si necesite hacer terapia o acudir a un guía espiritual, leerme las cartas, hacerme un baño o simplemente madurar. Parezco otra vez terminando el colegio, viendo qué hacer con mi vida y sin saber qué estudiar (lo único que tenía claro en aquel momento era que me quería ir a Bogotá para vivir sola y empezar a disfrutar la vida loca). Ahora estoy igual, no estoy segura si quiero trabajar y dejar a Martina o si quiero seguir siendo mamá 24/7. O si tal vez prefiero montar un negocio y empezar a escribir mi primer libro, no sé qué me gustaría hacer… Hoy, solo sé que nada sé.

Antes de quedar embarazada busqué trabajo un poco más de un año y no encontré nada. Maldije y putié. Llegó Martina y cuidarla y estar con ella fue más que suficiente, todo un trabajo. Ya tiene 16 meses y creía estar preparada para empezar una nueva etapa, preparada para reincorporarme al mundo laboral, preparada para independizarme y dejarla volar. La metí a un jardín 3 horas por las tardes (el primer día agüé ojo y todo), empecé la búsqueda y han aparecido un par de oportunidades. Y ahora, que lo veo posible, me pande el cúnico.

Todo sería más fácil si estuviera en mi tierra, si tuviera a mi familia cerca, si mi mamá o mi hermana me dieran una mano… Eso de dejar a Martina todo el día con una niñera no me va, no soporto la idea. Por más que me queje del giro que ha dado mi vida y del poco tiempo que tengo para mí, no cambio por nada estos meses que he vivido para y por ella, con ella. Si tan solo pudiera darle una pastilla de chiquitolina para cargarla en el bolsillo o en la mochila y llevarla a todo lado conmigo… ¡ya tendría la solución!

Una posible opción laboral es un trabajo desde la casa, me vendría bien. Es un proyecto interesante, haciendo algo que nunca he hecho y me gusta la idea. Un sueldo aceptable y con posibilidades de mejorar. El único problema es que a largo plazo (la verdad me parece cercano) exige viajar, uopsss… Dejar a Martina varios días y montar en avión… Odio los aviones, siempre creo que se me van a caer y sufro antes, durante y después… Ida y regreso, posibilidad de caída, tanatofobia… No sé si me convenga, no quiero viajar porque no me quiero morir en un avión y menos sola!!! Suena egoísta pero cuando viajo con mi marido y mi hija lo hago más tranquila.

La segunda opción es un trabajo regular, no he tenido la entrevista y no sé si pagan bien, pero me imagino que será como muchos que podré encontrar: ir de lunes a viernes, en un horario X, con tantos pesos mensuales. Y hacer lo que hace la gente normal (¿seré anormal?): conseguir niñera para dejar a Martina y dedicarme a trabajar. Volver del trabajo y aprovechar esos pocos minutos con ella antes de que se duerma.

¿Qué hago?, ¿qué quiero hacer? No sé, simplemente no sé. Tal vez suena ridículo pero de verdad no sé qué quiero hacer con mi vida, no quiero dejar pasar ninguna oportunidad, ni laboral ni maternal; no sé qué me conviene, no sé qué necesito… Espero que el destino me de una señal hoy, tengo que decidirme cuanto antes. Quisiera tener unas antenitas de vinil para detectar el peligro y así quedarme con lo seguro, tener la certeza de que tomé la mejor decisión, o me conformaría también con una bola de cristal para ver el futuro y verme en 6 meses… Pero como ambas son imposibles, mejor que venga el Chapulín y me de ese chipotazo en la cabeza pero para dejarme grogui y parar de pensar.