miércoles, 14 de octubre de 2015

SOLIDARIDAD... ¿CON QUIÉN?

No es que me esté dedicando a la denuncia pero quiero contarles de otro caso que me llamó la atención: EL CONFLICTO, casi armado, que están atravesando una colombiana y un argentino por su hija, disputa que tuvo hasta a la Interpol involucrada.


El programa periodístico Séptimo Día (Canal Caracol) hizo un reportaje a principios de septiembre sobre Catalina Navarro y Juan Pablo Chacra, padres de Luciana, en el que ambos dan su versión de los hechos y cuentan su pelea personal por conservar a su hija, quien en ese momento estaba escondida con su madre en Colombia (http://www.noticiascaracol.com/septimo-dia/donde-esta-luciana-la-amarga-disputa-entre-colombiana-y-argentino-por-su-hija).

En resumen, Catalina nunca regresó a Argentina después de unas vacaciones con su hija en Cali, impidiendo que Juan Pablo la viera durante aproximadamente dos años; escondiéndose de él, de las autoridades, de la familia y del mundo en general, pues tenía una sentencia judicial que la obligaba a restituir a la menor a Rosario, ya que la niña nació en Argentina. Catalina desacató esa orden, por lo que Luciana estaba retenida ilegalmente por su madre ante la ley. Ni el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) ni la Policía de Infancia y Adolescencia pudieron dar con el paradero de la chiquita, y en abril de este año la Interpol la incluyó en su listado de desaparecidos. Catalina sufre de esclerosis múltiple, una enfermedad que afecta el cerebro y el sistema nervioso central, motivo principal de su prolongada estadía en Cali. Allá se sentía contenida por su familia, un excelente equipo médico y un clima beneficioso. Actualmente, Luciana tiene 7 años y quedó atrapada en las acusaciones de sus padres, las demandas, los fallos de juzgados y un mundo que no debía ser el suyo a tan temprana edad…

Al terminar de ver este primer reportaje, mi conclusión fue que la mamá, Catalina, es una loca, que dio pésimas respuestas en esa entrevista, quedando como una desalmada, mala madre y bruta; que deja a su primogénita sin colegio, sin seguro médico, sin amigos... No podía creerlo, la falta de criterio, la falta de profundidad para hablar de un problema tan desgarrador… Me compadecí del papá, lo admito, sus lágrimas y todo lo que decía me parecía más coherente y relevante con lo que estaban viviendo. Yo como mamá, como colombiana casada con argentino, como madre de hija argentina, como expatriada, me puse en su lugar y no me cerraba del todo… Me quedó la duda de por qué Catalina se dejaría presentar de esa forma, por qué se prestaba para ser la bruja de la historia… Si había actuado mal era el momento de enmendar sus errores, de explicar su proceder, de buscar compasión… esperaba otra cosa… ¿por qué mostrarse así?

“¿Dónde está Luciana? La amarga disputa entre colombiana y argentino por su hija” dio de qué hablar. El reportaje tuvo eco en los medios de Argentina. Fue debate de WhatsApp con mis amigas y me empapé un poco más del tema y como dicen por ahí, no todo lo que brilla es oro… Catalina publicó un comunicado cuando vio al aire el programa, aclarando los puntos y afirmando: “Es lamentable que de una entrevista de más de 5 horas, hayan editado manipulativamente mi testimonio para hacerme ver ante la opinión como una persona irracional y una criminal”. Me enteré de que le hicieron “trampa” en el programa y que nunca cumplieron con sus promesas, dejándola en ridículo y sin ganas de mostrarse más.. Y me empezó a cerrar…

Me encantaría poder ver la entrevista realizada por Diego Guauque en su totalidad para poder hablar con conocimiento de causa y razón. Se veía que Catalina no estaba preparada, confió en el programa, en la nacionalidad compartida y sus respuestas fueron vistas como una burla al sistema y al proceso. Seguro los nervios y el estrés la llevaron a responder de esa forma, que manipulada en la edición, como afirma, le dieron todas las de perder. Y las imágenes de la niña empujando la silla de ruedas de su madre, la hacían ver incapaz físicamente de hacerse cargo de su hija, hacían ver más descabellada su decisión.

En el intento desesperado por no perder a su hija, Catalina la embarró, se precipitó y se apropió de la ley. Uno no sabe lo que haría como madre al estar en su lugar. Hay que vivirlo. Entiendo la soledad y la impotencia que debió sentir al estar lejos y enferma porque lo he sentido, estar sin familia en un país ajeno y separado de todo el grupo de contención es abrumador. Se sentía sola y sin apoyo. Se equivocó en el camino, en la forma, se asustó y actuó sin pensar a largo plazo, sin considerar las consecuencias…

Si es verdad que lo más conveniente para Catalina era quedarse en Cali por su enfermedad y las comodidades que no tiene en Rosario, ¿por qué no salió un médico a respaldarla? ¿No es de un periodismo investigativo explorar todas las vertientes, aristas, de un caso? Contar de qué se trata la esclerosis múltiple, las necesidades de una persona que la padece, la importancia de un buen tratamiento, de un clima apropiado… Para mi este es el punto central de su decisión y nadie “escarbó”, se limitaron a señalarla y a juzgarla, perdiendo toda la objetividad del caso…

Juan Pablo, a mi parecer, si se había preparado, manejaba muy bien las cámaras, no se sentía incómodo con las preguntas y logró crear empatía con el televidente, hablando siempre bien de Catalina, aguando ojo, amoroso, diciendo siempre “papá y mamá te quieren, harán lo mejor”, haciendo videos para YouTube con títeres. OJO no digo que no sea cierto, es su hija así que lo lógico es que todo sea veraz, pero supo despertar la solidaridad de la gente, supo despertar confianza y credibilidad, lo que Catalina no consiguió. A él lo humanizaron, a ella la dejaron como una loca… Hizo chistes, no se quebró, no entendió el juego mediático, donde las lágrimas venden más que las risas.

“Luciana Chacra y su regreso a casa: así fue el reencuentro con papá”, es la segunda entrega del programa Séptimo Día y muestran cómo dieron con el paradero de Luciana y cómo la “rescataron” en La Hormiga, Putumayo. Muestra todo el proceso, el reencuentro con su padre en Cali el 29 de septiembre, su vuelo, su llegada a Buenos Aires, su casa en Rosario, su nuevo hermanito... Me pareció bastante armado, demasiado preparado todo para él... Juan Pablo y su familia lo protagonizan. No se vio nada de Catalina porque después de su destape y crucifixión no pudo volver a confiar (http://www.noticiascaracol.com/septimo-dia/luciana-chacra-y-su-regreso-casa-asi-fue-el-reencuentro-con-papa).

Ambos padres tienen derecho y ambos hacen lo que consideran mejor para su hija. Hay personas más pasionales y otras, más analíticas. Seguro que con tanto amor pudieron haber actuado diferente, pudieron encontrar un punto medio… De enfermarme, obvio que preferiría estar en mi Cali, con mis papás, con mis médicos de siempre, y mi marido haría todo lo posible por acompañarme (ya se lo pregunté), sacrificaría sus cosas en pro de mi bienestar y de la unión familiar. Yo creo que él ya “tenía su arrocito en bajo” (amante en aquel entonces, pareja actual y madre de su nuevo hijo) y por eso no le interesó acompañar a su mujer en Colombia… digo yo…

Las autoridades y los medios no dejan de sorprenderme. La historia podría ser otra si el ICBF y la Policía de infancia y adolescencia hubieran actuado a tiempo, cuando salió el primer fallo de restitución. La encuentra Séptimo Día y ellos no pueden, increíble.

Y la objetividad e imparcialidad de los medios... dudosas, difusas... La balanza siempre me pareció inclinada a favor de Juan Pablo, hasta la cara con que Diego le pregunta a ella y a él es diferente. Con ella es serio, recalcándole sus errores en las preguntas; con él se muestra más cercano y sonriente. Entrevistan autoridades competentes para tratar el tema legal, ¿y el respaldo médico? No sé bien la intención del programa pero me parece que tomaron partido, que no trataron equitativamente a las partes involucradas.

Esas separaciones que se convierten en una batalla campal y ponen en la mitad a los hijos nunca las entenderé. Si decidieron unirse a esa otra persona que en su momento lo era todo, formar una familia y tener hijos, cuando se acaba el amor o hay infidelidades o pasa algo que los aleja, siempre tienen que estar los hijos por encima de cualquier cosa, evitar causarles dolor; dejando a un lado las diferencias y los resentimientos, buscando siempre lo mejor para seguir transitando la vida como familia dividida. Así que mi solidaridad está con la niña, mi solidaridad está con Luciana, espero que pronto sea un amargo recuerdo, espero que sus padres encuentren todas las herramientas para devolverle una infancia feliz.

viernes, 2 de octubre de 2015

SENTIDO COMÚN DE MADRE


Desde que el test casero da positivo, el embarazo y la maternidad se vienen encima en un abrir y cerrar de ojos, y empieza un nuevo mundo a apoderarse de nosotras, las mujeres… Y por ahí derecho, todos los dedos a señalarnos y a juzgarnos sin misericordia… Se convierte uno en un conejillo de indias, expuesto a todas las críticas del círculo cercano y lejano, pues la tecnología así lo permite... Nadie se escapa, es un callejón sin salida. La madre, la suegra, las amigas, las enemigas, las ligeramente conocidas, las que ni siquiera han sido mamás y hasta el computador/la computadora (acá es femenino), se sienten con el poder de señalarnos lo mal que estamos haciendo las cosas, el fracaso que seremos como madres si seguimos actuando así…

Si uno prefiere la cesárea al parto natural, terrible, por algo la naturaleza lo quiere así. Allá ella, yo preferí otra cosa. Obviamente muchas madres me miraron con “cara de traste” por mi decisión, pero me hizo feliz y esa era mi intención. La importancia de la amamantada en el desarrollo del bebé, del vínculo y todo lo positivo que es dar teta, no lo discuto y fue mi intención, pero mi Amigo de arriba me castigó por gula y mula (subí 33 Kg en el embarazo y los iba a perder amamantando) y no me salió una gota, así que Martina creció con leche de caja y por ahí anda revoloteando lo más de bien.

Y empiezan los listados y las dudas a invadir la vida familiar. Las cosas que hay que hacer si se levanta llorando en las noches, cómo hacer para tener un hijo saludable, qué hacer para quitarle el chupo, ¿colecho o no colecho?, el daño que causan los padres conductistas (ahora ni castigar podemos), cómo lograr que compartan, las 10 cosas que jamás se les debe decir, cuándo es el momento perfecto para encargar el segundo hijo, cómo entrenarlo para dejar el pañal, reglas a seguir si se quiere tener un hijo exitoso, lo que se debe hacer para evitar tener un hijo malcriado… Ahora hasta se han inventado nuevas formas para preguntar sin preguntar, para decir sin decir, para hacer sin hacer y un millón y medio más de cosas que nos saturan y nos ponen en el banquillo a diario; cosas simples que uno puede ir descubriendo en el recorrido de este hermoso y tortuoso camino, sin tanta guía, sin tanta presión, siendo y dejando ser…

Admito que el único consejo que he tratado de seguir con mi hija, es el de no obligarla a saludar de beso o abrazo a todo el mundo (leí que al hacerlo, sienten que no tienen control sobre su cuerpo y por eso pueden ser más vulnerables a los abusos… Toda una teoría que me pareció coherente). Con que diga hola y sonría, me basta, que sea más expresiva con quien ella quiera. Ah, y la compartida de sus cosas con niños que no conoce, que nunca ha visto en su corta vida y que la angustia, tampoco me enloquece; los adultos no vamos prestándole el computador, el celular o cualquier objeto de nuestra pertenencia a alguien que se sienta cerca nuestro en un café o en un parque, entonces ¿por qué obligarlos?, ¿por qué no esperar que ellos solos rompan el hielo, vayan aflojando y decidan si quieren compartirlo?

Yo no soy ejemplo de nada. A Martina, mi hija de cuatro años y medio, le quité el chupo a los tres, todavía toma tete/mamadera por las mañanas y las noches, duerme con pañal, le doy la comida, le lavo los dientes y otros detalles que para muchos debimos haber dejado de hacer hace tiempo; pero yo lejos de sentirme culpable, me siento… normal… tranquila… No veo porqué el afán de que hagan todo rápido, yo prefiero que disfrute de esos pequeños placeres de la vida… Y también nos ha ido bien con otras. Durmió de corrido toda la noche desde los 3 meses (y duerme mínimo 9 horas), nunca se pasó a nuestra cama (le fascina dormir en la suya), se duerme siempre sola, no come moco, come verduras, no toma gaseosas, es curiosa, avispada…

Y la vida se va volviendo un entrenamiento y una competencia, empiezan las odiosas comparaciones… “mi hijo a los tantos años hizo esto, ¿el tuyo?”. Y como las amigas, en su mayoría, están en la mismas, entonces invadimos las redes con links de consejos, pruebas, listas y todo el mundo sabe qué es lo mejor para nuestros hijos, lo que más les conviene, como si los hubieran parido, como si hubieran convivido con ellos toda su vida… Y nos estresamos en esta eterna maratón de la maternidad, nos preocupamos, investigamos cualquier cosa que nos parezca “anormal” y hasta llegamos a evaluar llevarlos a psicólogos, psicopedagogos, psicoterapeutas o algún psico que nos ayude a “enderezarlos”, cuando la mayoría de cambios hacen parte del proceso.

Ser mamá no es nada fácil, no hay una única fórmula que nos funcione a la mayoría. Los niños son todos diferentes y vienen sin instrucciones personales, las generales están en Google. Nos toca ir descubriendo de la mano de ellos lo que nos funciona y lo que no. Hay saturación de información y vamos por la vida absorbiéndola como esponjas y poniéndonos límites muy altos e inalcanzables. Hace mucho dejé de procesar tanta lora, busco lo puntual y trato de relajarme. Sería ideal volver a lo básico, la ley del descarte, la prueba y el error, el instinto maternal... Así que antes de criticarme, piénsenlo dos veces, primero porque no me importa, y segundo, porque seguro también tengo muchas cosas que decirles sobre su labor y no las querrán oír… Ahora trato de no juzgar y dar consejos si me lo piden, cada uno lleva su propia cruz de crianza. Seamos cómplices y démonos una mano. Oigamos sin reprochar, opinemos sin lastimar. Saquemos el sexto sentido, el tacto, el olfato y cuantos sentidos más sean necesarios para hacernos la vida más fácil y poder disfrutar la maternidad.