viernes, 26 de agosto de 2016

SE BUSCAN


Cualquiera de las dos es bien recibida.
La primera desapareció hace unos 14 años, todo indica un rapto alienígena, no se supo más de ella...
La segunda se perdió hace 7 - 8 años, no hay rastros de ella. Investigan si el matrimonio, la maternidad, el encierro, el sedentarismo, la cerveza, las papas de jalapeño, la pizza y algunos otros alimentos "chatarra" tienen algo que ver con su desaparición.
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miércoles, 4 de mayo de 2016

DE VICIOS Y MANÍAS


Cuenta una vieja leyenda que siempre he tenido mis rarezas con el pelo. Chiquita me chupaba el dedo gordo de la mano izquierda y con la derecha me hacía esculturas en mi cabeza, unos enredos en el pelo imposibles de desenredar, hasta que mi mamá se cansó, me lo cortó, y quedé como un varón (lo odié a más no poder y para rematar en todo lado me preguntaban: ¿qué quiere el niño? Mirada asesina de mi parte y un “soy una niña). Pero solucionó el problema. Después fue la moda de “comerse el pelo” y yo lo hacía, aunque no era literal, en realidad me chupaba las puntas, quedaban tiesas y hediondas, y me hacía cosquillas en las mejillas. Muchas lo hacíamos, fue como un boom junto a comerse las uñas, era “cool” hacerlo, estaba de moda.

En primero de bachillerato inicié una labor más seria y dedicada con mi pelo. Empecé a arrancármelo, de raíz y con ganas… Años después supe que es un trastorno del control de impulsos llamado tricotilomanía. Todo por los nervios y el estrés de no saber nada en los exámenes, era muy vaga y mala estudiante. Cada que había una prueba me dedicaba a arrancármelo y a jugar con él (mientras alguien me soplaba alguna respuesta), y después lo tiraba al piso. Casi a diario las baldosas de mi lado derecho del pupitre terminaban cubiertas por una desordenada peluca, y como siempre me lo he arrancado de un solo sector de la cabeza, esa zona se empezó a quedar calva. A esa edad me avergonzaba un poco y hacía de todo para taparme “el hueco”, ahora no me importa y tengo todavía esa zona más despoblada que el resto. Nunca me lo tragué (tricofagia), simplemente me gustaba y me sigue gustando el dolorcito de la arrancada y todo el ritual que implica hacerlo, pues no es algo al azar, se van descartando los pelos del montoncito agarrado hasta dar con el que es, con el que hay que arrancar.

Perdonarán el uso excesivo de la palabra pelo pero con cabello nunca pude. Lo dejé de hacer un tiempo, me creció el pelo, pero de vez en cuando lo retomo, me fascina, me entretiene… A veces lo hago por nervios o estrés y otras simplemente porque me gusta el jueguito, el dolor, el desafío que implica arrancarse los chiquitos que van creciendo. Lo hago mientras espero en un semáforo en rojo, mientras veo una película, mientras escribo… Ahora trato de parar este vicio pues después de la maternidad se me cae solo y en cantidades alarmantes. Aunque creo que esta manía me sirvió para despreocuparme del pelo, teñírmelo de colores, cortármelo, raparme, jugar siempre con él sin pensar en los resultados, dispuesta a cambiar.

Otro secreto… ¡Duermo con muñecos! Ya no me acuerdo cuándo nació esta necesidad de hacerlo, rodeada de diferentes estilos y tamaños de acompañantes inanimados, pero me cuesta conciliar el sueño cuando no los tengo en mi cama; necesito 3 para poder hacerlo bien, cada uno cumple su propósito en mi lecho. Una gran amiga un par de décadas atrás, me regaló un perro shar pei de peluche, que estuvo de adorno encima de mi cama por mucho tiempo, hasta que en algún momento pasó a ser abrazable y esencial en mi dormida.

También hace ya muchos años, en una de esas tiendas gringas multimarcas en las que venden de todito, encontré a Sydney Greensheep Eyepillow, un muñeco largo con relleno oloroso (se acaba rápido afortunadamente porque soy alérgica) y suave que se supone que ayudaba a relajarse, y lo usaba para taparme los ojos, me encantaba sentir su peso en mi cara. Una vez cumplió su ciclo, investigué la marca, Herbal Animals, y descubrí toda una gama de eyepillows y los maravillosos neckpillows (no sé porqué los descontinuaron, ayuda!!!) con coquetos nombres y se volvieron indispensables en mi vida, una adicción. Así que por mi cama han pasado varios… Alexander Graham Bull, Abra K’ Zebra, Isadora Dolphing, Cowlamity Jane, Harry Elephante, Leonardo Deer Vinci, Lolanna Iguana, Silvester Stallion, MonkeyShine, Rudi Rabbit… Y se viene ¡¡¡Leopardo Di Caprio!!! Sus usos fueron mutando... Actualmente duermo con el eyepillow en el cuello para evitar papada y si veo TV también lo uso, el grande para taparme los ojos y "perri" es el que abrazo cuando duermo de medio lado, odio que el brazo que queda arriba me quede suelto, perdido, desgonzado.


Con estas dos manías parezco de atar, lo sé, pero tengo más… Muchos vicios, TOCs, que vienen de tiempo atrás, otros que se van sumando con el correr de los años… No puedo salir de mi casa sin gafas de sol (sin importar que esté nublado, siempre las tengo puestas y en interiores también), aretes, mi lima (arma de defensa personal) y la boca pintada, aunque esta última a veces se me pasa y parezco un fantasma. Me lavo las manos muuuuchas veces al día, no puedo dormirme si las puertas no están bien cerradas o los zapatos bien puestos. Ordeno la ropa por colores y mangas (sisa, corta, larga), y los billetes los guardo en orden decreciente y todos con la carita para el mismo lado. También cuando pongo a secar la ropa de mi hija, la cuelgo de forma tal que en cada cable del tendedero quede la pinta como la usó. Aunque me gustan los números impares, el volumen del TV me gusta que quede en par. Limpio debajo del asiento del inodoro después de usarlo, siempre que voy a salir de casa, llamo el ascensor y me devuelvo a revisar que el horno y la estufa estén apagados (creo que en otra vida morí en un incendio). Seguro se me están pasando algunas…

Y si, como diría mi padre, soy una piñata, llena de maricadas. Creo que seré una mujer mayor excéntrica, extravagante y calva, ya me he arrancado como 40 pelos mientras escribo, así que mejor empiezo a ver cómo voy dejando tanta pendejada de lado, no vaya a ser que termine como Melvin Udall (Jack Nicholcon) de “As good as it gets".

lunes, 4 de abril de 2016

TRANQUILOS, ELLA VA A ESTAR BIEN


Me preocupa la preocupación de la gente (valga la redundancia) porque Martina es hija única. Como si solo los niños con hermanos pudieran ser felices, cien por ciento dichosos y plenos. Pero los únicos no, pobres… Como si los hijos únicos estuvieran destinados al aburrimiento, la soledad, la tristeza y la amargura. Pues no, me niego a pensar así. Me niego a creer que Martina necesita un hermano/a para tener una “mejor vida” y nosotros otro hijo para ser una familia completa. ¿En qué siglo vivimos? Una pareja sin hijos o del mismo sexo también es una familia, cada cual arma la suya como le plazca.

Ese vicio imparable de la sociedad en poner rótulos, en ubicar a las personas en algún grupo, esa necesidad de imponer cánones, patrones, leyes a copiar, modelos de vida a seguir; como si la felicidad de todos dependiera de lo mismo, como si la felicidad personal tuviera las mismas bases… Si estamos solos que por qué y especulan los motivos de la soledad. Se consigue novio y ¿para cuándo el matrimonio? Llega el día de dar el sí y empiezan a pedir un hijo, un retoño – casi obligatorio - para completar la familia. Se tiene el hijo y fuáquete, sin anestesia, ¿para cuándo la parejita? Y así sucesivamente, dentro de poco exigen el divorcio después del tercer hijo o de los 20 años de casados, y si ya procreó un número bonito, listo, muérase. Como si la vida solo se tratara de procrear y multiplicarse…

Odio cuando por inercia y costumbre caigo en esas preguntas pendejas, repito los patrones que tanto critico, me oigo, caigo en cuenta y solo pienso: trágame tierra, que boba que puedo llegar a ser. Es como que ya está establecido en el chip interno, como una forma de hacer conversación, ¡la peor! Pero últimamente me siento regañada por no querer más hijos, por sentirme completa con la única que tengo… Todo el mundo me cuestiona, me critica, que cómo le hago eso a Martina, que cómo la voy a dejar sola, que qué pasará el día de mañana… Lo único que pasará es que ella escogerá sus propios hermanos con los amigos que le da la vida, ella elegirá con quién compartir sus días, sus alegrías y sus tristezas. Y si el de arriba me lo permite, seguirá teniendo una mamá presente e intensa, que goza viéndola crecer, crear y soñar...

He sido madre 24/7 durante 5 años, 3 meses y 15 días. Y lo de 24/7 es en serio. No trabajo (formalmente hablando pues el trabajo de la casa, como siempre se ha dicho, es el más duro, menos reconocido y mal pago) así que nunca tuve niñera, no tengo empleada (solo viene una chica a ayudarme con el aseo de la casa una vez por semana), mi familia está lejos y la de mi marido a una distancia importante que no me permite dejársela mientras hago alguna vueltica. Somos ella y yo, solas todo el día y juntas para todo lado, un pegote. Yo la baño, le hago el desayuno, el almuerzo, la llevo al colegio, la recojo, la traslado a las clases extracurriculares, la espero, jugamos, vemos películas, salimos a patinar, nos maquillamos, nos hacemos las uñas, ordenamos, le lavo los dientes, y tenemos tardes y noches de chicas (si, le fascinan, como si no fuera nuestro diario vivir...). Ojo, el padre colabora pero siempre lo buscan a uno y yo soy la que está con ella toooodo el día.

Aunque siempre creí que tendría 2 o 3 hijos, la vida y sus vueltas me llevaron a quedarme con una nena que tiene la energía de 3 niños, la habladera de 5 y mil cosas maravillosas, otras no tanto, que se multiplican y no paran. A mis casi 39 años me siento agotada, sin paciencia (la señorita tiene su carácter) y lista para emprender otra etapa en mi vida. Así que no, no quiero más hijos, no siento que vaya a poder con otro, que esté igual de entregada y comprometida... Y no me parece ni un pecado ni un misterio ni mucho menos egoísmo. Simplemente me siento feliz y conforme con la familia que tengo.

Pongámonos siempre en los zapatos del otro. Nadie conoce los motivos de los demás para sus elecciones de vida. En el caso de los hijos, capaz y la pareja no pueda tener otro por motivo de infertilidad, puede llevar innumerables tratamientos, algunos abortos indeseados y se rindió. Puede ser por motivos económicos, desempleo del marido y los números no dan. Puede que su único y amado hijo sea una personita difícil de manejar y no se sienta capaz de enfrentarse otra vez a la maternidad. También que siempre tuvo claro que solo quería un hijo. O que considera que no vale la pena traer más vidas a este caótico mundo en el que vivimos… Puede haber miles de razones y son todas válidas. Por eso me cansa un poco la mirada castigadora, reprochadora, juzgadora, pero no tengo huecos ni vacíos que llenar (bien rellenita que si estoy). Pensándolo bien, en realidad no me preocupa si los desvela la “soledad” de mi hija, problema de ellos por meterse en las decisiones ajenas. Yo me dedicaré a seguir disfrutando todas las etapas de madre e hija que nos esperan y a tratar de no hacer más acotaciones pelotudas cuando hable con mujeres sin hijos o que decidieron quedarse con uno solo.


lunes, 21 de marzo de 2016

CALI CALIENTE

Artículo del 1 de marzo.


Si hablamos de la temperatura actual de la capital del Valle del Cauca, mi tierra, podríamos decir que es un infierno, pero si vamos al chismerío que se está manejando en este “comienzo” de año, el infierno es un tentempié, una antesala chimba del caldo tan salvaje que se está cocinando en la ciudad… Es que si no me lo cuentan por distintos lados y no hay testigos oculares de los hechos, me negaría a creerlo, pero pasó… y de qué forma… y en qué familias…

Deja uno de venir uno 10 meses y todo está patas arriba y de eso no le podemos echar la culpa a Santos, aunque indirectamente seguro tiene sus velas en estos entierros pues con tanto impuesto, tanta indulgencia y tanta maricada, debe haber causado estrés en algunos matrimonios o en algunas mujeres que no saben cómo manejar la ansiedad sino es en los brazos de un hombre, y no precisamente el propio.

En el pasado post hablaba de la infidelidad masculina y lo pendejas que somos las mujeres cuando nos cachonean, pero por lo visto las pendejas somos la minoría; la mayoría se está alzando la bata y demostrando que la igualdad de género se aplica en todo y para todo. Que si hay ganas, ¡¡¡se sacian!!!

“Las niñas bien” también capotean. Mucho apellido de gente divinamente bien de tierra caliente, nariz respingada, melena mona / castaña frondosa, siempre de punto en blanco, hijos espichables, maridos pudientes (de la alcurnia vallecaucana, pura familia de portarretratos); una vida supuestamente envidiable, con viajes al exterior mínimo dos veces al año, carros de alta gama, comidas en los mejores restaurantes del mundo, pero de puertas para adentro (y para afuera) adornan a los maridos, acaban matrimonios, sobre todo el ajeno pues a ellas las perdonan y se juegan por la pasión sin medir las consecuencias.

Yo sigo en shock con las noticias, con el picante caleño en su máximo esplendor. No juzgo porque vaya a saber lo que viven en sus casas y si la cara de aburrido de los maridos ya la traían o es por culpa de ellas, pero hay que tener tacto, hay que tener prudencia, no desbocarse con tres tragos o por un reloj de marca y estar acosando hombres comprometidos y deseando lo de la prójima. Sino le gusta su matrimonio, salga por la puerta grande, renuncie con dignidad.

Aparte de toda esta tracamandada de infidelidades, ahora dicen que un ex arquero está extremadamente deprimido porque su amante (ahora novia) lo dejó por perro, que un caballero muy conocido y noviero a sus 40 está saliendo del clóset (aplausos, más vale tarde que nunca), que el matrimonio del 2015 que para los invitados iba a ser el del año, el hit del sacramento, terminó siendo un fiasco (con decirles que dejaron acabar el trago), que marcas conocidas están plagiando a otras más reconocidas, que el amigo de colegio de toda la vida robó a su fiel compañero en negocios e inversiones, que el marido -lleno de billete- desde que su mujer trabaja, decidió que todo iba 50/50 y no le pasa una... A todo esto sólo lo supera el paseador de perros en hot pants que recorre Santa Teresita y aledaños… cosa seria, la más seria de todas.

Al mejor estilo de Melrose Place, Cali tiene triángulos amorosos, peleas, engaños, mentiras, mujeres regaladas, esperemos que no llegue la parte escalofriante de la serie, asesinatos y muertes raras… Me podría venir a vivir aquí y abrir mi columna picante mensual que ahora si hay tela de dónde cortar, ¡¡¡que se agarre Poncho Rentería!!! Me voy ansiosa por lo que traerá este nuevo año y esperando que estos 10 meses de ausencia estén llenos de buenos chismes, y hombres y mujeres: ¡¡¡a cuidar la presa hasta de los “amigos”!!!!