jueves, 31 de mayo de 2012

¿POR QUÉ DIABLOS TODO LO RICO ENGORDA?

La eterna pregunta que nos hacemos los golosos empedernidos sin obtener respuesta alguna, sin alguien que de la cara y se haga cargo de la mala distribución de las calorías en la comida. Y si no engorda, que sería un milagro, es malo para la salud o produce alguna vaina rara en el organismo, pero hoy en día uno no puede disfrutar algo sin darse golpes de pecho. No hay una entidad ante la cual quejarse o a la cual pedirle alguna reforma, un buzón de opiniones para exigir un cambio, así es y así nos tocó.

¿Por qué no engorda la manzana, la papaya, el tomate, la lechuga y la espinaca?, ¿por qué el brócoli, la coliflor y el pescado no son dañinos para la salud? ¿A quién se le ocurrió repartir las calorías así de mal?, ¿acaso a un enemigo de la raza humana? No me queda claro y nunca voy a entenderlo y muchos menos a compartirlo. Simplemente me gustaría que llegue el día en que se inventen una dieta a base de pizza, papas, chocolate y cerveza.

No me gustan las verduras ni las frutas y la carne, el pollo y el pescado me aburren; así que la pasta, el pan, la papa (de paquete, frita, en puré, al horno, de paseo, cualquiera) y el chocolate ocupan el primer lugar en mi base alimenticia. Todo mal. Por eso me cuesta hacer dieta. Y si a eso le sumamos mi odio por la cocina: moñona!!! Además, antes tenía voluntad (y no tenía marido!!!) y hacía dieta juiciosa y adelgazaba lo que necesitaba sin mayor esfuerzo, pero después de los 30 todo se complicó y me cuesta empezar y durar, tanto como bajar los kilos de más. A veces creo que la única solución sería internarme en una clínica para gorditos con camisa de fuerza para no comer, para no tentarme…

Es como si este exceso no quisiera abandonarme, como si esos “kilitos” estuvieran a gusto viviendo conmigo (soy un buen vividero), como si ya tuviéramos un vínculo especial y les doliera decir adiós. Me tienen poseída. Pero yo quiero desalojarlos de una forma rápida, efectiva, segura y sin molestias ni sacrificios. Me cansé, ya dije basta, no me gusta ser la gordita del parche, no me gusta no tener que ponerme, no me gusta sentirme fea y que todo se me vea mal; no me gusta estar gorda, punto. Eso si, tampoco me gusta hacer ejercicio y mucho menos privarme de la comida que tanto disfruto.

Pero la vida no es fácil, a veces toca guerrearla, embestirla y torearla. Así que empecé la batalla para quitarme de encima estos 15 kilos molestos, indeseables, desagradables… Que Dios, la vida social, la ansiedad y los antojos me ayuden. Llevo un día y ya estoy temblorosa, pero esta vez espero que si sea en serio (es fácilmente la veinteava vez que empiezo dieta en el 2012) y no sabotearme a mi misma, no seguir aplazando esta lucha y salir vencedora. Si no lo logro, que me encierren y me cosan la boca.