Llegó diciembre y no precisamente con su alegría sino con estos fucking perros alborotados... Los que creí ya calmados hicieron su reaparición de fin de año con bombos y platillos, y yo más loca que nunca retomé mi decisión de hacer “limpieza canina” y finalmente pediré un rifle de copas y arsénico en esta navidad. La semana pasada tuvimos Asamblea del edificio y me quejé cual demente de los molestos animales y para mi sorpresa no soy la única, ya hay varios desesperados por el mismo motivo y espero que unamos fuerzas para lograr dormir tranquilos a la hora del día que nos de la gana sin ser interrumpidos por estos animales salvajes.
El salchicha del 6F este domingo ladró con toda en su horario habitual, de 4:00 a 8:00 a.m., ¿hay derecho? Igual bajé y pegué la oreja para cerciorarme y poder hacer la queja formal en la administración. También le metí a su dueña una nota debajo de la puerta diciéndole que nuevamente su chandoso nos había impedido dormir este domingo, que hiciera algo para que no volviera a ocurrir, que tomara cartas en el asunto. Espero que haya sonado como una amenaza y la coja en serio, sino lo próximo que recibirá será un pedazo de carne envenenado.
El perro del lado lo relevó el domingo por la noche y nada peor que los ladridos de los french poodle, tienen un tono, un timbre... inaguantable. Y mientras escribo este artículo el insoportable del 2 piso que nunca se ha callado está alborotado, ladrándole a cualquier cosa, ya si no lo oigo en algún momento del día me preocupo y pienso que alguien se me adelantó y lo borró del mapa, quitándome la satisfacción de hacerlo por mis propios medios... Para rematar, los pocos días que el can está calmado, su dueño, cual quinceañero (no sé qué edad tenga ni le he visto la cara pero le conozco la voz); arma tremendas fiesta donde no predomina la música si no la gritería, el escándalo, la algarabía, en pocas palabras es un vecino indeseable, sería mejor darlo de baja a él...
Y si, los ruidos me tienen frita. Aparte de soportar a todos estos caninos me toca levantarme con un taladro haciendo de las suyas o un martillo arriba mío. La máquina de cemento de la construcción del lado es imparable, funciona todo el día con un sonido difícil de aguantar y sino está ésta trabajando siempre está presente el ruido de la construcción misma. Y como si fuera poco, por las noches el carro de la basura, que pasa entre las 12:00 y la 1:00 a.m., no solo recoge todos los residuos (del barrio pareciera...) sino que se parquea en el edificio a seleccionarlos, espicharlos, no sé a qué diablos puntualmente pero se demora unos 20 minutos en su labor... Se oyen todos y cada uno de los componentes del camión mientras levantan la basura, la acumulan, la aplastan, se estira...
¿Alguna sugerencia aparte de paciencia? Duermo con la ventana cerrada y tapones en los oidos y nada, todo se oye casi que igual... y la paciencia se está acabando...
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