miércoles, 21 de marzo de 2012

SOY TANATOFÓBICA… ¡NO ME QUIERO MORIR!

Le tengo miedo a la muerte, mucho, mejor dicho pavor. Le tengo una fobia impresionante a ese momento, lo único seguro que a todos nos llegará... Esta fobia empezó aproximadamente a los 16 años cuando fui a una bruja y me dijo que yo no iba a vivir más de los 30 (qué tal la maldita?!?!?!), así que fueron 14 años esperando a ver qué podía pasarme; y una vez superé la cifra y sentí que ya estaba todo en orden, nació Martina y el pánico se apoderó de mi nuevamente.

No quiero que llegue, quiero morirme vieja, arrugada, encorvada, con caja de dientes, el pelo muy blanco, bueno tal vez no tenga ni pelo; y con un par de nietos encima. No estoy preparada para abandonar mi vida, no estoy lista para dejar a mi gente… quisiera vivir eternamente.

Bueno ahí estoy exagerando un poco, simplemente no me quiero perder lo que será mi vida por unos 50 – 60 años más. No me da miedo por lo que sigue después de la muerte sino por la muerte en sí, cómo y cuándo será, sufriré, me daré cuenta, qué pasará con mi familia, qué será de mi hija, mi marido se enamorará nuevamente, se acordarán de mí… Tantos interrogantes sin respuesta que son los que me han llevado a pensar que debería empezar a prepararme y preparar a los míos para ESE momento.

Es que si uno lo piensa detenidamente en cualquier instante se puede morir. Por algo dicen que solo se necesita estar vivo, así es… Lo puede coger a uno un bus, atropellar una moto, caerle un ladrillo en la cabeza o hasta un edificio. También se puede uno electrocutar, ahogar con la comida o nadando, podemos ser víctimas de una enfermedad terminal y algún loco morirá de amor. Uno oye las noticias y hay tantas muertes insólitas que literalmente lo parte a uno un rayo y adiós!!!

Por eso es mejor empezar a prepararse, pues en algunas ocasiones la muerte deja despedirse y organizar todo, en otras lo coge a uno desprevenido y nadie conoce nuestros deseos. De nada sirve hacer una huelga contra la muerte ni un piquete con carteles que digan: NO ME QUIERO MORIR, NO QUIERO DESAPARECER… Hay que hablar en vida y disfrutar el día. Antes me sentía un poco loca y maniática por pensar en esto, pero hablando con Diana, una amiga y madre, me di cuenta que muchos nos sentimos igual.

La mayoría de las personas que me importan saben lo que pienso y siento, trato de recordarles lo importantes que son en mi vida y lo mucho que las quiero. Pero mi hija es muy chiquita y si algo llegara a pasarme no se enteraría de todo lo que atesoro en mi corazón, no sabría casi nada, solo lo que le quieran contar... No pienso en escribir mi testamento porque para qué… “Hija te dejo mis aretes, collares y gafas, no tengo mucho más que eso y todo mi amor…”. Fatal.

Pero creo que voy a empezar una carta donde le diga lo mucho que la amo, lo feliz que soy teniéndola en mi vida, lo que me la cambió para mejor, lo que me hubiera gustado compartir, lo que me hubiera gustado hacer, todo, todo, todo. Una narración donde le contaré mis cosas, cómo conocí a su padre (ellos nunca cuentan con detalles como nosotras), cómo fue el día que me enteré que estaba embarazada, cómo fueron esos 9 meses y lo que sentí cuando la vi por primera vez, los viajes que me hubiera gustado hacer con ella, y mil cosas más fascinantes y hermosas que podríamos perdernos si la maldita muerte toca mi puerta.

Por las dudas estoy siendo precavida: ya no oigo música mientras camino, no cojo taxis en la calle, trato de no pasar por edificios en construcción, me resguardo de las tormentas, cada vez monto menos en avión, no contesto el celular mientras está cargándose, no me atraganto con comida, no saco plata de cualquier cajero, me aparto de la gente sospechosa, me examino las puchecas y voy por la vida con más cuidado, pues he decido creer en el poder de la mente y NO ME VOY, no me quiero morir así que acá me tendrán pa rato, me quedo y punto final.

No hay comentarios:

Publicar un comentario